Cada 1 de octubre, el mundo rinde homenaje al café, una bebida que trasciende fronteras y culturas. Para Costa Rica, este día no solo celebra el sabor, sino también la historia y la identidad de un país que ha hecho del café una parte fundamental de su economía y cultura.
Desde las altas montañas de la región central hasta las llanuras de los valles, el café costarricense se cultiva con pasión y dedicación. Los agricultores, muchos de ellos pequeños productores, son guardianes de prácticas sostenibles que han sido transmitidas de generación en generación. Cada grano cuenta una historia, desde su cuidadosa siembra hasta la recolección manual, un proceso que garantiza la calidad del producto final.
El café costarricense se distingue por su alta calidad, atribuida a su variedad Arábica y a las condiciones climáticas ideales del país. Gracias a la implementación de estándares rigurosos y certificaciones, el café de Costa Rica ha logrado posicionarse en mercados internacionales, siendo apreciado en Europa, América del Norte y Asia.
Más que una bebida: un símbolo cultural
El Día Internacional del Café es una oportunidad para reflexionar sobre el impacto socioeconómico de esta industria en el país. El café no solo sostiene miles de familias, sino que también forma parte de la tradición costarricense, con rituales que celebran su preparación y consumo. En un mundo cada vez más globalizado, Costa Rica sigue reafirmando su compromiso con la calidad y la sostenibilidad, convirtiéndose en un referente en la producción cafetera.
Este día Costa Rica reafirma su legado cafetalero, honrando a quienes hacen posible esta tradición. Desde el agricultor hasta el barista, cada eslabón de la cadena es crucial para mantener la reputación del café costarricense en el ámbito mundial. En cada taza, se encuentra el esfuerzo y la dedicación de un país que vive y respira café.
Fotos con fines ilustrativos